8º Ruptura con mi pareja.

Había ingresado un joven de veintidós años, una desafortunada caída de bicicleta cuando era niño le había seccionado las vértebras del cuello produciéndole una tetraplejia. Su cuerpo se encontraba inmovilizado e imposibilitado de todo movimiento corporal. Su familia era atenta con él, pero con esa frialdad amorosa que caracteriza a las familias de elevada posición económica. Es decir, la tacañería por un lado y el dispendio en lo tocante a la apariencia como correspondía a su estatus social. Se caracterizaban, según pude observar, por tener un profundo sentido religioso y una moral cercana al fanatismo.

En este tipo de familias la base de su educación se apoya, en no hablar de dinero, les parece ordinario y de mal gusto, a pesar de ser el dinero su principal preocupación y la fuente de sus satisfacciones. Otro de sus pilares educativos es el no manifestar y esforzarse en no exteriorizar públicamente sus emociones, esto es considerado por ellos como de mal tono. El sexo es otro de los asuntos que no deben tocarse jamás.

El sexo es considerado un tema tabú, como si no existiese.

Debe añadirse a estos tres pilares, el considerar a todas las demás personas que no pertenecen a su círculo económico, como seres inferiores, casi animales que han nacido en este mundo para su utilización.

Este profundo desprecio que sienten por sus semejantes a los que consideran diferentes porque no han tenido la fortuna de tener dinero, es arropado por un sentimiento especialmente inculcado por la religión que los hace considerarse privilegiados por Dios, y poder ser así su instrumento colaborando con limosnas, participando en asociaciones por ellos mismos fundadas, lavando en ellas sus actos, sus creencias y sus engominadas y pulidas conciencias.

Exteriormente todo es perfecto, corteses en sus maneras, expresiones y gestos cuidados hasta el extremo, hablar afectado y en tono bajo, al menos públicamente.

Interiormente sucede todo lo contrario, la enorme represión en que se han criado, la poca o total ausencia del cuidado y cariño familiar, cariño que se ha dejado en manos de doncellas y criadas. Esta actitud por parte de los padres generalmente desequilibradas y enfermizas desembocan en estupidez malsana y socialmente peligrosas. Muy peligrosas considerando sus posiciones de privilegio en el escalafón social.

Este joven reducido a la quietud y a la inmovilidad física desarrolló su mente de manera extraordinaria al no estar bajo los influjos de los condicionamientos externos de la educación familiar, puesto que permanecía aislado como algo oculto de lo que se avergonzaban, pudo así superarse y superarlos.

Jamás hablaba de estos o de otros temas con su familia, se limitaba a lo intrascendente, a veces con expresiones cargadas de ácida ironía que no llegaban a entender o que consentían por venir de un ser deforme y limitado, que además era de la familia.

El mismo me lo confesó, como también me confesó que no sentía amor ni aprecio por ningún miembro de su familia cercana o lejana.

-Son todos sin excepción una pandilla de hipócritas, consumados expertos en la práctica de la doble moral.

Hacen una cosa y la intención es la contraria, dicen algo y su pensamiento es lo opuesto. Todo les es válido, son orgullosos y displicentes contigo y al día siguiente si les conviene, ante tí se humillan y se arrastran sin el menor pudor. Solamente quienes han sido educados en el desprecio son capaces de comportamiento semejante. Un sirviente es considerado como un mueble, como algo sin vida activa, pueden ante ellos hablar lo que deseen, que el sirviente callará, si no lo hace, sus palabras no saldrán de su bajo círculo social al que pertenece y si trasciende al de ellos, nada ocurre, porque las familias pudientes entre ellas, por cuenta que les tienen, se protegen y ayudan.

En lugar de aprecio, siento un profundo desprecio por ellos. No odio, eso es otra cosa y ese sentimiento no lo tengo, pero despreciarlos sí, por lo que son y por como son.

-Son palabras muy duras, le dije, no debes olvidar que perteneces a ese mismo reducido círculo.

-Yo no pertenezco a nada, solamente a esta cama de por vida, si vivir puede llamarle un hombre a esto y si a mí mismo puede llamársele hombre.

-Creo que exageras y quitas tus palabras de contexto, además hay resentimiento y envidia. Creo que estás ofuscado por el resentimiento y por la envidia, y ninguna de estas cosas te conducirá a alguna parte.

Al oír mis palabras soltó una carcajada.

-Conducirme a alguna parte, con que me llevasen a dar un corto paseo me daría por satisfecho. Añadiendo.

No me has comprendido bien, no tengo resentimientos, siento desprecio por ellos, por su banalidad y porque son seres estúpidos. Ellos lo tienen por mí, por mis limitaciones físicas, yo lo tengo por ellos, por sus limitaciones psíquicas y espirituales. Me gusta, me atrae, adoro la belleza y en ellos no hay más que fealdad a poco que te fijes o que sepas distinguir una cosa de la otra.

En lo tocante a la envidia, no te la niego, pero no a ellos, me considero infinitamente superior, ellos lo saben y lo notan en mí, y hacia mí manifiestan una especie de atracción y rechazo, de temor y de prepotente seguridad. Pero en el fondo puedo asegurarte que me odian y me temen o me odian porque me temen, que viene a ser lo mismo.

Sabes lo que envidio, envidio a todos vosotros que poseéis lo que yo no poseo y no le dais importancia alguna. Podéis mover vuestros cuerpos con gracilidad y armonía, podéis desplazaros al baño, comer por vosotros mismos, dar un paseo y sentaros cuando estáis fatigados, entablar relaciones y sobre todo.

En este punto se calló repentinamente.

-¿Porqué has callado, pregunté, y sobre todo?.

Tardó unos instantes, dudando si permanecer en silencio o seguir hablando. Finalmente se decidió.

-Y sobre todo podéis amaros y acariciaros. Dios santo como hecho de menos poder a amar a un semejante, acariciar su cuerpo notando la suavidad de su piel, sentir sus labios en los míos.

Muchas rampas que eliminan escaleras para los inválidos, cabinas telefónicas a cincuenta centímetros de altura, barras en los wáteres de algunos establecimientos, camas que apretando botones te suben, te bajan, te elevan, te descienden y te pliegan total o parcialmente, todo menos pensar que eres un ser humanos y que como humano tienes tus deseos de amor y de sexo.

Se mordió la lengua unos instantes.

-Mis miembros están inertes, no puedo comer por mi mismo, nada puedo hacer por mi mismo, ni siquiera autoconsolarme. Sí, os envidio, pero con la envidia que produce la admiración de querer ser como el más torpe de vosotros.

Pedir que me amen, es un absurdo, pero permitir que pueda amar, aunque sea con remuneración económica como agradecimiento, eso si puede pedirse y lograrse.

Esta es la mayor de las degradaciones, puedo asegurarte que no hay mayor infelicidad.

-Habla con tus padres de este asunto. Dije un tanto emocionada por sus palabras.

-Con mis padres de este asunto no puede hablarse. Lo intenté mas de una vez y me cortaron tajantemente la palabra.

-Hazlo con tu padre, de hombre a hombre, explícale lo que quieres.

-Es miembro inscrito en Roma del opus-dei. Creo que con esto queda todo dicho y explicado.

Dos días más tarde su compañero de habitación abandonó el hospital. En aquella época, había demandas de camas hospitalarias, a las pocas horas que un enfermo se iba, regresaba otro ocupando su lugar.

Hoy en día ese aspecto se ha mejorado considerablemente, habiendo hospitales centrales y hospitales especializados así como aumentado el número de habitaciones y de camas hospitalarias por número de habitantes.

Tenia yo treinta y un años, entré en la habitación cerré la puerta, él y yo estábamos solos, mi corazón latía con fuerza inusitada, comencé a desvestirme hasta quedarme totalmente desnuda me di varias veces la vuelta muy lentamente para que pudiera verme con calma. Después cogí una de sus manos inmóviles y la pasé por mis hombros haciendo recorrer con sus dedos mi cuerpo, hasta finalizar en mi rostro introduciendo sus dedos en mi boca, después acercando mi rostro al suyo juntamos nuestros labios mientras mi mano se dirigió a su sexo.

Cuando volví a vestirme dijo.

-Desconozco como será una diosa, pero debe parecerse a tí.

-¡Oh! Es lo más bonito que me han dicho.

-Y yo hoy he tenido el momento más hermoso de mi vida.

No podré nunca corresponder a un comportamiento tan generoso, estoy feliz, estoy feliz por mí y estoy entristecido por ti.

-Pues estate feliz únicamente. Además estás muy bien dotado machote, añadí con picardía.

El rostro se le iluminó, esbozó una amplia sonrisa.

-Si tuviese una edad semejante a la tuya y no fuese un vegetal parlante, serías mi chica, ya lo creo que serías mi chica y mi diosa, ya lo creo.

Volviendo a la realidad que ahora me parece más llevadera, no debo permitir ni puedo permitir que esto vuelva a ocurrir, hacer esto conmigo por piedad es humillante para mí. No puedo permitirme caer tan bajo y admitir tus caricias por compasión, aunque debo reconocer que desearía repetirlo mil veces mil años, y que me estoy enamorando de ti. Perdóname, soy un idiota al hablar así, pero comprendes lo que quiero decir.

-Te comprendo perfectamente. Se me está ocurriendo una idea, con un poco de suerte tal vez pueda ayudarte.

Ese mismo día conté a mi pareja lo que había sucedido, él explotó con una sarta de insultos y reproches, montando una escena de celos sin precedentes y de tal envergadura que jamás hubiese imaginado ni esperado por su parte. Se marchó dando un portazo, regresó tres días más tarde. Cuando lo hizo le tenía todas sus cosas embaladas en cajas. Un compañero así no es el hombre que quiero para compartir mi vida.

Durante ese tiempo me dirigí al sacerdote que habitualmente visitaba el hospital, pertenecía también al opus-dei, hablé con él largamente, ocultándole lo sucedido, pero hablándole de la naturaleza que no puede negársele a un hijo de Dios al que la desgracia no podía cebarse más en él, le hablé del excesivo rigor de sus padres y de un sin número de razones más. Le pedí si lo consideraba justo llevar un poco de alegría a la vida del muchacho, que hablase con sus padres e intentase con la autoridad que tiene ser un representante de Dios en esta tierra, para que fuesen flexibles en este punto y que permitiesen de alguna manera que tuviese acceso al amor físico, amor que si no fuese lícito, Dios no habría permitido que pudiera realizarse. Estas y otras muchas razones con las que intenté conmover su corazón ya que no convencer a su mente, las escuchó en silencio.

-Veré lo que puedo hacer, me dijo secamente aunque un poco conmovido.

Hablé también con el médico de planta, para que con la autoridad que el médico posee sobre los familiares de los pacientes le hablase a sus padres.

-Ese asunto no es de mi incumbencia y sale fuera de mis atribuciones en este hospital. Fue su respuesta.

Quedé estupefacta. No esperaba una respuesta así, mis palabras tampoco se hicieron esperar.

-También sale fuera de tus atribuciones, insistir en invitarme a cenar, como sale fuera de tus atribuciones intentar acostarte conmigo.

Eres un pedazo de inútil descerebrado, que obtuviste la licenciatura de medicina en una tómbola de feria. Por no saber ni medicina sabes.

Lo dejé en su despacho lívido y temblando como una rama agitada por el viento.

Cuando el muchacho recibió el alta hospitalaria, me comentó que habíahablado con su padre, este le había sacado tímidamente el tema y lo encontraba abierto a una futura conversación.

No hay comentarios: