2º La mujer del moño.

Recién acabados mis estudios de enfermería me fui a Londres, donde trabajé durante tres años en varios hospitales. La decisión de Londres no fue tomada sin haber pensado antes los pros y contra. Por un lado aprovecharía mi estancia en ese país para practicar y perfeccionar mi inglés, viviría en una de las ciudades más importantes del mundo, conocería la sanidad hospitalaria inglesa y me vendría con algunos ahorros. Pero sobre todas estas consideraciones, lo que acabó convenciéndome, era el trato que dispensaban tanto el personal médico como los pacientes a las enfermeras españolas. Me aseguraban que destacábamos por preparación y conocimientos y que nuestro carácter risueño era muy apreciado.

Pasado ese tiempo volví a mi ciudad, ese mismo año aprobé sin mucho esfuerzo los exámenes en los que se me admitía como enfermera fija de la sanidad pública española.

Puesto de trabajo asegurado de por vida, con una actividad que era de mi agrado, joven y con toda la vida por delante, que más podía pedir.

En esos momentos nada, pero poco después, lo pedía todo sin saber lo que ese todo era. Hay momentos en la vida de las personas que se sienten vacías, con vaciedad anímica, es como si uno sintiese el alma y el cuerpo separados como dos elementos distintos, que viviendo juntos y necesitándose ambos, no vibrasen al unísono. El equivalente es el de un matrimonio en el que el hombre y la mujer no tengan nada en común, sintiéndose como dos extraños, aburridamente extraños y obligados a vivir con esa rutinaria monotonía día tras día. Así comencé a estar yo, pero peor, porque a esto debe añadírsele la soledad, la soledad no es estar sola, la soledad es estar sola con una misma, y yo no podía ni eso, por que mi yo se encontraba dividido, siendo incomprendida por otras personas y lo que era peor, sintiéndome incomprendida por mí misma.

Después de las tormentas viene la calma y eso fue lo que con el tiempo sucedió, el tiempo solamente no, el tiempo así considerado es como un mantel sobre una mesa, necesita algo encima, ese algo son los acontecimientos, sensaciones, experiencias, sentimientos, actuaciones e intenciones que en el tiempo suceden.

Con todo eso, el tiempo cobra vida, se humaniza, sin eso, el tiempo es tiempo que podrá ser utilizado para formulaciones en física cuántica, pero sin humanidad y sin vida, al menos aparente.

Que estaba al borde de la depresión, casi seguro, de la desesperación era muy posible, de la enajenación muy probable. Pero quien no haya caminado alguna vez en su vida por la acera que bordea la locura, no dejará nunca de ser una persona vulgar y simple, de mente estrecha y espíritu mezquino.

Llevaba dos años trabajando en un conocido hospital, los últimos meses me destinaron a la planta de cuidados paliativos, como bien se entiende por el enunciado de la planta, paliar no es curar. Paliar es disminuir, dulcificar, en otras palabras asistir con medicamentos a una muerte inexorable y cercana o ayudar a bien morir.

El trato con este tipo de personas enfermas, la mayor parte de ellas ancianos, cada una de ellas con enfermedades distintas y con personas jóvenes cada vez con más frecuencia, aquejadas sobre todo de cánceres fue una de los primeros peldaños que me condujeron a la unión de mi yo dividido, y que me hicieron comenzar a tener conciencia de mí y de lo que me rodeaba.

Es hermoso comprobar como el cuerpo va cumpliendo su ciclo, agotando sus fases; como hermoso es comprobar como el espíritu evoluciona hasta límites insospechados y como al final se estanca por el entorpecimiento de su principal instrumento.

Casi enfrente al control de recepción de enfermería, se encontraba la habitación cuatrocientos veintiséis.

Algunas noches oía hablar a alguna enferma que se encontraba sin atenciones de los familiares, hecho este mucho más frecuente de lo que puede pensarse. Imaginaba que hablaría una paciente con la compañera de al lado.

Una de las veces que entre en la habitación cuatrocientos veintiséis, con la medicación pertinente, caí en la cuenta que las voces que antes había oído no podían provenir de la otra paciente puesto que se encontraba totalmente sedada. La señora que estaba despierta y prácticamente sin visita alguna de día ni de noche me recibió con una sonrisa. Tengo por costumbre dirigirme siempre a los enfermos con tono cordial, alegre y familiar a veces hace más una palabra amable o una sencilla caricia que el más avanzado de los medicamentos.

Eso hice y además comenté –Así está de contenta, tiene visita.

-Y muy agradable por cierto, la señora de pelo blanco que recoge su pelo con un bonito moño es encantadora.

-Debe serlo porque las oí cuchichear bastante tiempo.

-Me dijo que volvería a visitarme.

-Porqué no habría de volver.

-Volverá, ella dijo que vendría, son tan tranquilizadoras sus palabras, su presencia da una paz que inunda el alma.

Era el momento de la medicación en planta, esa misma tarde a última hora hubo varias nuevas enfermas ingresadas y el trabajo se acumulaba en cortos periodos de tiempo. Salí de la habitación sonriendo e impresionada por las palabras que acababa de escuchar.

Me olvidé señalar que yo había escogido voluntariamente el turno de noche, la razón no era otra que el muchacho con el que salía en aquél momento también tenía un trabajo nocturno.

Días mas tarde escuché de nuevo hablar en la habitación, me encaminé por curiosidad, lo reconozco, a la 426.

Las voces cada vez eran más claras, un timbre suena y la luz roja de una de las habitaciones se enciende al fondo del pasillo, sigo caminado para ver que ocurre.

Podría dejarlo para que lohiciese una compañera auxiliar, pero ya que estaba en el pasillo, preferí hacerlo yo misma. Cuando volví y entré en la 426, las voces habían cesado.

-¿Hubo visita también hoy? Pregunté.

-Sí, y agradable por partida doble.

-¿Porqué por partida doble?.

-Una por la visita en sí que la agradezco, otra porque me dijo que no me preocupase, esta semana me darían el alta hospitalaria, que todavía no llegara mi hora.

El médico no podía ser porque a esas horas, salvo que sean llamadas de urgencia no aparecen por la planta.

-¿Quien le ha dicho esa buena noticia? Pregunté con muestras de alegría, sabiendo que esta mujer no pasaría de los diez días de vida.

-La señora que tiene el pelo blanco recogido en un bonito moño.

-¿Donde está, se fue ya?.

-No os habéis cruzado, tendríais que haberos visto en el pasillo. Es imposible, añadió, que no te hayas fijado en ella, tiene algo especial.

Esa misma semana, la paciente fue dada de alta. Seguía con su enfermedad, pero todas las pruebas efectuadas en esos días dieron resultados aceptables y su salud había mejorado inexplicablemente.

Unos meses mas tarde volvió a suceder una situación similar con otra paciente, con la diferencia de que me hizo este comentario cogiéndome de la mano –mañana me moriré antes del mediodía.

-Para tranquilizarla le respondí –nuestra hora está escrita en el cielo, y esa escritura nadie la conoce.

-Yo sí, me lo ha dicho la mujer de pelo blanco recogido en un moño.

Fuí siempre escéptica y muy materialista, no en el sentido económico, sino que para mi la materia era concentración de energía, pero que materia y energía era solo materia. Quiero decir que si hay personas que se inclinan por la psicología y el psicoanálisis, yo era de las que me inclinaba por la traumatología y las operaciones. Es decir, materia, materia tangible.

La noche siguiente al entrar en mi turno, me comunicaron el fallecimiento de la enferma de la habitación 426.

Un mes mas tarde aproximadamente, estuve sin asistir al trabajo casi una semana debido a una torcedura de un pié, torcedura producida en una caída tonta, como suele decirse, como si hubiese caídas listas.

Cuando me incorporé de nuevo al hospital, la compañera que ocupó mi lugar durante ese tiempo me hizo el siguiente comentario –la paciente de la 426, me tuvo toda la noche intrigada, llegó incluso a asustarme, la oía hablar, entraba y se encontraba sola. Lo curioso era que yo escuchaba dos voces distintas. Ella me aseguraba que hablaba con una mujer de pelo blanco que lo llevaba recogido en un bonito moño.

No hay comentarios: