24º Madre e hija.

En el pasillo de la planta de recién nacidos me encuentro con una mujer que sale llorando de una de las habitaciones, le pregunto que le ocurre. Entre lágrimas me responde que su hija ha dado a luz a un niño y que apenas ha entrado en la habitación para visitarla la ha echado, a gritos y con insultos me dijo que me marchase y que no volviese. Está fuera de sí, está enloquecida. Agregó la angustiada mujer.

Preocupada entré en la habitación, recibí un par de buenas y soeces palabras.
La muchacha se encontraba alterada, muy alterada.

Entré con autoridad y firmeza.

-¿Qué me estás llamando? Le pregunté, haciéndome la ofendida y también la sueca.
Cogida por sorpresa, su actitud cambió radicalmente disculpándose.

-Perdóname, esas palabras no iban aquí dirigidas a ti, creí que era otra persona.

-¿Qué persona puede ser, para hablarle de esa manera?.

-¡Nadie! Respondió.

-Eso está mejor, a nadie se le debe hablar de esa manera y de esos modos. A no ser que estés haciendo conmigo lo que Ulises utilizó para librarse y escapar de la isla habitada por los gigantescos cíclopes, que solamente tenían un ojo aquí.

Dije esto señalando la frente, a la par que ponía los dedos índice y pulgar semejante a un ojo.

-¿No conoces ese relato?, te lo voy a contar.

-Ulises estaba atrapado con sus compañeros en la cueva de un cíclope. enorme, grande y feo, y además terrible porque se los iba comiendo. Ulises el astuto, el rey de las artimañas trató de convencerlo de que los dejara marchar, diciéndole que se llamaba Nadie. Mientras el cíclope dormía cogieron entre varios un gran madero que ardía en una enorme fogata, y se la clavaron en su único ojo, cuando el cíclope soltó a sus ovejas de la cueva, que eran en proporción a los hombres gigantescas, se escondieron entre los vellones de su lana para que no los encontrase al palparlas con sus ciclópeas manos.

Una vez fuera y libres corrieron a su nave, desplegaron la vela y se alejaron todo lo rápido que el viento y los remos le permitían.

El cíclope se lamentaba de la mala suerte de haber perdido su único ojo, al oírlo sus compañeros, cíclopes también, le preguntaron quien le había hecho semejante daño. A lo que él respondió.

-Fue Nadie, Nadie fue el causante.

-Pues si nadie es la causa de tu mal, por qué te quejas entonces. Deja de molestarnos y de clamar al cielo, que si nadie es el culpable, laméntate tú sólo en la soledad de tu cueva.

Me había sentado en su cama, cogí su mano preguntándole.

-Sospecho que ese nadie, no es Ulises, pero tiene un nombre y por las palabras que recibí al entrar, es femenino.

-¡Es mi madre! ¡Peor que diez cíclopes!.

-Has de saber que Ulises es un personaje de Homero de su novela la odisea y los cíclopes es otra invención, jamás ha existido un gigante con un solo ojo en la frente, y todavía menos, han existido diez cíclopes juntos. Excepto en las novelas.

-¡Pues esta es real, te lo juro, es real!.

-Únicamente conozco una parte del cuerpo que tiene un solo ojo, y ese ojo no tiene niña.

-Mantenía su mano cogida. Al oírme eso último comenzó a sonreír y me dice.

-Viene mi madre a visitarme, yo reciente del parto y casi sin saludarme, sin preguntarme siquiera como me encuentro, se dirige al bebé y comienza a decirle estupideces, se parece a su padre, que si tiene los ojos de su abuelo. 

No pude soportarlo más. La eché fuera de la habitación.

-Menos mal que lo hiciste por la puerta. Por la ventana la hubieras arrojado de haber podido hacerlo.

-Creo que lo hubiera hecho.

-Creo también que el cíclope, en ese momento eras tú y no tu madre.

-Habiendo tenido el parto esta mañana no puedo considerarme un cíclope aunque le hubiese dicho lo que dije.

Solté su mano permitiéndola que la retirara de la mía, adelantándome con ello a su deseo.

-Tienes un problema con tu madre sin resolver. Acabas de tener un furibundísimo ataque de celos al ver que tu madre hacía más caso al recién adquirido nieto, que de su hija. Esperabas ser el perejil de la salsa, esperabas las atenciones de tu madre, que según tu opinión deberías tener antes que nada y antes que el bebé. Esperabas recibir atenciones de tu madre, que según tu opinión, nunca te había prodigado y digo según tu opinión, porque la suya seguramente, será una opinión bien distinta. ¿Me equivoco?.

-¡No! Respondió.

Volví a coger su mano a la que apretaba ligeramente.

-Además, con tu madre mantienes una lucha cuerpo a cuerpo y una guerra sin tregua, guerra y lucha de ambas partes beligerantes igual de aguerridas.

Esto lo llevas haciendo desde la adolescencia, además tienes uno o dos hermanos mayores, pero lo que sí es seguro es que tienes uno menor que tú.

Me miraba con ojos de asombro y muy abiertos.

-¿Cómo sabes todo eso?.

-Es muy fácil saberlo. Pero no viene ahora a cuento explicártelo. Lo que sí puedo decirte es que estás buscando a tu madre, todavía a tu edad buscando a una madre ideal y te has quedado mentalmente en la infancia. Eres adulta, tienes independencia económica, estas casada y todavía buscas a tu madre para que te proporcione afectos y palabras infantiles, tranquilizadoras y de estímulo.

Llevas toda tu vida mentalmente pendiente de la opinión de tu madre, de cómo enjuiciará cualquiera de tus actos, inclusive el más mínimo y trivial.

Puedo ir mas lejos aún, has elegido por marido a un hombre de los gustos de tu madre, o lo has elegido a la inversa, solamente por llevarle la contraria. En ninguno de los dos casos has elegido libremente, en el primer caso, por agradarla y llamando con ello su atención, en el segundo para enfrentarte a ella y llamar su atención también.

Llegado a este punto grandes lágrimas rodaban por sus mejillas. Yo seguí hablando, porqué iba a dejar de hacerlo, nunca le habían hablado de esto y de esta manera, ella lo necesitaba, tal vez pudiese servirle de alguna ayuda, era improbable, pero siempre había una posibilidad.

-Todo el montaje se complica, si tu marido es ganado por el bando de tu madre y apoya a tu madre dándole la razón en las discusiones que tenéis. 

Discusiones que comienzan por lo más trivial y sin motivos aparentes. Si por el contrario se sitúa en tu bando y se enfrenta a tu madre, ésta lo odiará y tú te apoyarás en él, pero internamente habrás comenzado a desarrollar un odio y un desprecio hacia tu marido similar o aun superior al de tu madre. Cuanto más luchas contra este sentimiento, más fuerza parece recobrar y más fortalecido aparece.

La pobre casi se desmaya, era como si le estuviese diseccionando el alma.

-Debes tener presente una cosa, debes tenerla presente mientras vivas. Tu madre es como es, tuvo su infancia y su vida y esto la configura en la persona en que se ha convertido, trasmitió lo que a ella le han transmitido. Un profundo egoísmo y una profunda preocupación por si misma. El cambio y la superación de esta condición, es trabajo exclusivamente de ella.

No busques nada en quien nada puede darte, en este caso no busques afecto en quien afecto no puede darte, porque los desconoce. Pero tú si puedes a poco que te esfuerces, en superar la condición en la que te encuentras que es muy similar a la de ella. Tienes que ver a tu madre con objetividad, verte a ti con objetividad y analizarlo bien y muchas veces. El problema entonces se resolverá por si sólo.

No olvides nunca que no tienes ningún derecho a tener engañado ni hacer infelíz a tu marido, te apoyas en él y lo utilizas pero no lo amas, porque aún tienes que descubrir lo que es el amor.

Tampoco debes olvidar y esto es lo más terrible, que si no resuelves el problema de querer seguir siendo hija cuando ya eres madre a tu vez, harás desgraciado a tu hijo. Le darás de todo, menos lo que deberías darle.

No debes permitir ni un solo momento más que el sentimiento de búsqueda de tu madre viva en tí.

Solté su mano y salí de la habitación.

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