30º Reflexionando.

La anorexia cuando alcanza un grado severo, deteriora los órganos produciendo en el cuerpo grandes desarreglos. Estos desarreglos son difíciles de detectar, pero ahí están y ahí se quedan.

Una muchacha anoréxica, es difícilmente comprendida por sus familiares, estos no entienden como teniendo comida variada se niegan a comer. A esto debe añadirse un carácter insoportable y un constante mal humor.

Estas muchachas llegan hasta el extremo de no encontrar sabor a los alimentos, todo alimento sea el que sea, es de un sabor uniforme, todo lo que mastican e ingieren, les tiene un sabor seco y pajizo.

La anoréxica siente su cuerpo como algo inflado, rebosante que está a punto de estallar.

No es que se vea de esta forma ante el espejo, es que se siente así, esa es su interna y real sensación.

En muchas de ellas los labios comienzan a perder sensibilidad al igual que la lengua, los dientes y el paladar, transformándosele la boca en algo insensible, sintiéndola ellas como una cavidad insensiblemente estúpida con la que inconscientemente hacen una relación con su genital femenino a la que consideran una cavidad vacía.

Considerada la boca de esta manera es natural el rechazo a todo lo que por ella pueda entrar.

Al relacionar la vajina con la boca, es natural que también tenga un rechazo a todo lo que en ella pueda penetrar.

Tal vez el razonamiento deba realizarse a la inversa, la vajina como cavidad estúpida e inservible, de la que se rechaza por motivos que ahora no vienen al caso señalar, la penetración del genital masculino. Y que por asociación se rechaza todo lo que por la boca pueda penetrar, en este caso el alimento.

En ambos casos está presente una gravísima disfunción emocional con respecto al sexo, estas personas tienen una sexualidad profundamente deteriorada.

La anorexia, como se puede ver, reviste para su buena comprensión una gran complejidad. Estas muchachas además de sentir la boca como si no formase parte de ellas, paulatinamente les va ocurriendo lo mismo a las diferentes partes de su rostro. La nariz, las mejillas, el mentón, los párpados, los ojos, la frente, es como si se fuesen acartonando, no sintiéndolos suyos.

El proceso es tan lento que ni ellas mismas se dan cuenta, considerando normal esa sensación, olvidada ya las sensaciones que su cuerpo poseía anteriormente.

Es muy difícil de entender para quien no lo padece porque desconoce totalmente esas sensaciones.

Estas fueron algunas conclusiones que extraje de mis reiteradas visitas a la planta en la que se encontraban estas infelices muchachas.

Nunca mejor dicho. INFELICES MUCHACHAS.

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