11º La derecha o la izquierda.

Me encontraba en el quirófano, por aquella época estaba destinada como enfermera en la especialidad de traumatología. Los celadores habían traído a una paciente que iba a ser operada de cadera. Se le puso la anestesia, el cirujano entra en ese momento en la sala de operaciones con la actitud de, he aquí señoras y señores, el perejil de todas las salsas.

Pocas personas saben, que en una operación, si bien es cierto que todo el equipo es necesario, el anestesista es por sí sólo los cimientos del edificio. El es el encargado de mantenernos con vida y de mantener nuestras constantes vitales a raya. En contrapartida, si la operación es un éxito, la gloria la lleva el cirujano. Si la operación es un fracaso, hay complicaciones o fallece el paciente, el cirujano se libra, cargando con todas las culpas el anestesista.

En el fútbol, deporte que tanto gusta a los mirones, todos ellos voyeristas deportivos, ocurre algo parecido.

Si gana el equipo, la gloria es para los jugadores, sobre todo los delanteros que han marcado los goles. Si pierde el equipo, toda la carga y peso del fracaso se le echa encima al portero como único culpable de la derrota.

-¿Operación de cadera?.

-Sí, operación de cadera. Contesté.

-¿Cuál de ellas, la derecha o la izquierda?.

La anestesista vió al cirujano con cara de asombro, después dirigió su mirada a mí, me encogí de hombros, los dos auxiliares realizaron un gesto similar.

-¿No tenemos aquí su historial clínico, verdad?.

-Como vamos a tener su historial en el quirófano. Respondí ante una pregunta de perogrullo.

-Los familiares deben estar en la sala de espera. Quieres ir tú y preguntarles que cadera es la que debe ser operada.

Le dijo dirigiéndose a la anestesista.

-Te das a la bebida en horas tempranas o estás pasado de perica. Yo de aquí no me muevo hasta que despierte de la anestesia.

-Vaya usted a preguntarles que cadera iba a ser operada.

Me dijo a mí.

-Está usted turbado del vino. Si tiene usted vergüenza en realizar esa pregunta a los familiares yo la tengo todavía más, porque tengo por añadidura vergüenza ajena.

Las auxiliares adoptaron la misma actitud.

Tras unos momentos de silencio e indecisiones salió el hombre al pasillo, la suerte vino en su ayuda que se topó con un celador.

-Por favor en la sala de espera están los familiares de esta paciente, pregúnteles con cierta discreción, pero asegurándose bien, cual es la cadera de la que iba a ser operada.

De la operación con implantación de prótesis salió con vida del quirófano y del hospital. Como se desarrollaría el proceso posterior, si le quedaría una pierna más alta que otra, si le dolería la cadera igual que antes, si andaría bien o con bastón el resto de su vida. Eso ya es otro tema del que el traumatólogo cirujano se lava las manos. Como Poncio Pilatos lo hizo en su tiempo, cumplió con su deber.

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